miércoles, 30 de diciembre de 2015

El Aura Humana


El aura humana es la manifestación combinada de nuestros cuatro cuerpos inferiores más la influencia del reflejo de nuestro espíritu. Todo ese conjunto crea alrededor de la columna vertebral y de la médula oblonga, emanaciones que son conocidas como campo magnético del cuerpo humano o sea el Aura Humana. Estas emanaciones provienen del vehículo etérico, el cual es el molde del cuerpo físico, o la misma contraparte energética del cuerpo físico.

Nuestra aura está compuesta por miríadas de hilos de fuerza o diminutas corrientes de energía, las cuales están relacionadas con los cuerpos etérico, emocional y mental. Estas corrientes de energía tienen a su vez un efecto sobre el cuerpo físico, poniéndolo en actividad de acuerdo a la naturaleza de la energía que esté predominando en ese momento. Por lo tanto todo individuo revela lo que es, precisamente a través de ese campo energético de su ser y de las emanaciones magnéticas que rodean su forma física, como si lo pregonara a los cuatro vientos. A través de ellas, demuestra todo lo que realmente es, todo lo que ha hecho, e incluso el prodigio de lo que será.

El aura es esencialmente emanadora, irradiante, y se extiende en todas las direcciones desde nuestro vehículo físico. En este momento en que nuestra aura emocional posee un gran tamaño, debemos aprender a disminuir su poder y la extensión de la misma y expandir y acrecentar la potencia de nuestra aural mental. De esta manera, la irradiación del Cristo interno, va sustituyendo la actividad emocional, infundiéndole su amor en tal forma, que la sensibilidad del amor sustituya la sensiblería emocional y el deseo.

El aura humana se le conoce también por el nombre de HUEVO AURICO, debido a la forma ovoide que adopta; es como un globo gigante lleno de flujo de energía que emana de los siete chakras en círculos que se entrelazan. Mientras más energía emane, más grande será el globo y cuanto más grande sea éste, más podrá enviar DIOS de su conciencia a los planos de la materia. Podemos decir que nuestra aura total señala la circunferencia de nuestro conocimiento de Dios. El Aura, es nuestro vestido sin costuras que mencionaba el amantísimo Maestro Jesús.

El aura es como nuestra piel invisible, la cual, al igual que la piel física protege nuestros órganos y estructuras internas en el mundo físico; cuando está fuerte y luminosa, nos protege e impide la entrada de todo lo negativo, porque funciona como la atmósfera con relación al planeta. Valga mencionar, que un planeta también posee su aura, la cual está formada por los pensamientos y sentimientos de los habitantes del mismo.

Esta capa protectora está compuesta, como ya lo dijimos, por nuestras propias emanaciones, por lo tanto, somos nosotros, quienes determinamos su estado. En ella no existen las apariencias, ni los engaños, ya que ella manifiesta la realidad de nuestro presente en forma de luz y color o manchas y sombras. Por ello, un Maestro Ascendido con solo observar nuestra aura, sabe con certeza el estado evolutivo en el cual nos encontramos y lo que realmente pensamos, sentimos y hacemos. Existe por lo tanto una relación directamente proporcional: a mayores pensamientos, actos o manifestaciones de luz, más luz tendrá nuestra aura.

Todo depende de cómo manejemos o califiquemos la energía divina, con nuestros pensamientos, sentimientos y actos. Todo se va sumando y amplificando, afectando a otros seres, y aún al aura del planeta. Al calificar indebidamente nuestros pensamientos, nuestros actos y nuestros sentimientos, se crean muchos rasgos indeseables que pueden ser retenidos por nuestra aura, envenenando nuestra vida y la de las personas afines o aquellas con las cuales convivamos e incluso nuestra nación, y al propio planeta.

Hoy en día, muchos seres con víctimas de los pensamientos de otros, ya que el hombre posee un potencial creativo por medio del cual puede influir o ser influido por los pensamientos ajenos y por el aura de los demás. A través del aura, se observa igualmente el mal o la virtud, por lo tanto, debemos cuidar nuestra mente, nuestros actos y sentimientos, al igual que protegernos reforzando y cerrando nuestra aura. El uso correcto de nuestra mente y de nuestra aura pueden llevar al hombre a ser un Dios encarnado o un demonio.

-La lectura profunda del aura es una ciencia común y corriente- 
Cada emanación del cuerpo físico, emocional o mental, le va añadiendo nuevos aspectos. Del mismo modo, las emanaciones de nuestra aura manifiestan el estado de armonía o desarmonía de los diferentes órganos de nuestro cuerpo físico, permitiendo que una persona con la capacidad de ver, capte los reflejos de los mismos, es decir nuestra aura de salud.

Si el ser humano ha logrado establecer una comunión interna con sus cuerpos superiores, éstos añaden unos colores tan luminosos que, constituyen el aura de los grandes maestros. Las emanaciones de estos tres cuerpos superiores forman el cuerpo de gloria del cual habla San Pablo en sus epístolas, y es el que mostró Jesús en la transfiguración en el monte Tabor. Al contacto con este tipo de aura, se sanan los enfermos, se llenan de bendición y armonía los lugares por donde pasan sus poseedores.

Nuestra aura manifiesta principalmente cinco clases de energía, aunque realmente son siete, y corresponden a cada uno de nuestros siete cuerpos, los cuales irradian energía visible a los sentidos psíquicos de ciertos individuos y en algunos casos como en el de nuestra aura física o aura de salud, ya es detectable por medios mecánicos creados por el hombre, como es el caso de la cámara Kirlian, la cual retrata los colores de dicha capa áurica. En cuanto al aura espiritual, lo que corresponde a nuestra Tríada superior, son muy pocas las personas que pueden vislumbrarla.

Las cinco primeras clases de energía áurica las podemos definir o expresar como sigue: 

Aura Etero-Física Es incolora, casi de un blanco parecido al color del agua clara. A la vista psíquica aparece como un halo rodeando nuestro cuerpo físico; está determinada por la corriente de energía vital que utiliza el cuerpo con mayor o menor intensidad. Cuando un ser presenta una enfermedad, ésta puede ser localizada a través de la observación de ésta aura.
Aura Pránica-vital Tiene apariencia como de una nube vaporosa chispeante. A la vista psíquica se puede apreciar como chispeantes partículas eléctricas que se desprenden del cuerpo humano, especialmente de la punta de los dedos y del cabello. Este tipo de aura puede ser percibida por medio de la percepción sensorial como un aire caliente. Igualmente este tipo de aura es la que se entrega o da en los pases de las manos que realizan los sanadores a los enfermos.
Aura Astral Es de color y apariencia etérea, es el fantasma que a veces puede ser percibido como una forma ovoide y vaporosa. Es difícil de distinguir, ya que está entremezclada con las otras manifestaciones. Está relacionada con nuestro comportamiento instintivo y emocional, lo cual hace que sea muy variable, y presente diversas tonalidades.
Aura Mental Se percibe alrededor de nuestro cuerpo, pero especialmente en el área de nuestra cabeza, presenta apariencia de humo. Está muy relacionada con el aura astral y sus tonalidades cambian opacándose o brillando según las emociones, pensamientos y sentimientos transitorios. Cuando nuestra mente está sosegada presenta matices que revelan las tendencias predominantes, el desarrollo, los gustos y las cualidades de la personalidad; sin embargo, el color áurico varía, según los mismos sentimientos y toma la tonalidad correspondiente.
Aura Mental Superior. Espiritual o Divina Cuando el ser humano busca la unificación del intelecto y la parte espiritual, dedicándose a lograr la verdadera sabiduría, se manifiesta el aura mental divina: presenta una tonalidad amarilla muy bonita y sus bordes se podrán observar de un tono azul claro. A medida que el ser alcanza mayor espiritualidad y sabiduría, ésta aura se torna de un amarillo intenso y desaparece la tonalidad azul, concentrándose alrededor de la cabeza y en algunas ocasiones produciendo fulgores particulares: es la que los seres con percepción psíquica has plasmado como halo alrededor de las representaciones de los santos. Sobre las otras dos capas del aura poco conocemos, se dice que es una luz blanca purísima, la cual contiene y emana los siete rayos, los siete aspectos de Dios, la luz divina que nos llevará al encuentro con nuestro YO SUPERIOR. La visión de esta maravillosa refulgencia está reservada para seres muy elevados.

FORTALECIMIENTO DEL AURA
Es necesario proteger nuestra conciencia, ya que otros seres pueden crear barreras negativas capaces de perturbar el equilibrio de nuestra corriente de vida, penetrando nuestra aura y aún más, rasgándola. Para evitar que esto suceda debemos mantenernos tranquilos, evitando la ira, los odios, las envidias, los chismes y las críticas, ya que la envoltura natural de protección se pierde momentáneamente por las disputas o la ira: en éste momento es cuando aprovechan quienes desean hacernos daño o tocarnos con saña, causándonos la apertura del aura penetrando en nosotros las energías discordantes. Debemos evitar dejarnos llevar por la depresión y la tristeza, puesto que son la puerta de entrada de estas energías negativas o discordantes. Además de mantenernos tranquilos, debemos invocar y orar, ya que todo lo que pidamos para el cumplimiento del plan cósmico, demandará una respuesta. Igualmente procuraremos mantener nuestra conciencia y nuestra mente en estrecho contacto con los ángeles, para que ellos puedan fortificar nuestra aura.

LA PROTECCIÓN DE NUESTRA AURA ES TRIPLE Y ESTÁ DADA POR:

1. La gracia de Dios, la cual le da una inmunidad natural que no debemos dejar perder por la depresión, la angustia, la ira o las artimañas.

2. La ayuda de los ángeles, de los maestros y seres de luz, a los cuales podemos unir nuestro campo energético por medio de las invocaciones y las oraciones sentidas y realizadas con gran amor y humildad

3. La solicitud a nuestra presencia divina para que intensifique nuestra aura, fortaleciendo los tubos de luz que la rodean. La llama violeta, la llama blanca y el uso de todas las maravillosas energías del Padre.

Estas protecciones no nos llegan por si solas, somos nosotros mismos quienes tenemos que pedirlas y fortalecerlas, con fervor y voluntad, teniendo en cuenta nuestra esencia divina. Acordémonos que el maestro Jesús dijo: “Cruzad el portal solos y fortaleceos por vuestro propio esfuerzo”.

COMO VER EL AURA 
Todos podemos ver el aura, es nuestra firma espiritual. La ampliamos con las buenas acciones, el canto, la respiración profunda, la meditación, la visualización creativa. Los estudios cada vez más numerosos realizados respecto al aura, están demostrando que debe ser una parte fundamental de conocimiento para el desarrollo de la persona. Lo primero que se debe hacer es tener mucha paciencia, pues en ocasiones son necesarios meses de ejercicios para lograr ver el aura. Los principiantes suelen ver al inicio colores como el amarillo y el blanco, poco a poco serán capaces de distinguir tonos más brillantes. Para iniciarse en esta actividad, los especialistas recomiendan intentar ver el aura de las manos, pues en ellas se concentra mucha energía.

Un ejercicio sencillo consiste en sentarse en un lugar de luces suaves, totalmente relajado, y con una hoja de papel blanco o negro. La idea es poner la mano con los dedos separados sobre ésta y mirar fijamente la punta de los dedos y los bordes de la mano. Si se está bastante relajado, se logrará observar una especie de niebla transparente y de poco grosor alrededor. La práctica continua de esta actividad permite a la larga observar el aura; pero es importante destacar que sólo debe hacerse de 5 a 10 minutos al día durante el período de aprendizaje, pues los ojos tienden a cansarse.

Por otra parte, si se desea aprender a observar el aura de los demás es recomendable hacerlo en un lugar cerrado con luz ambiental. Lo mejor sería que la habitación contara con unas paredes blancas o de un color uniforme. Las personas pueden situarse una frente a la otra, con una separación de 2 ó 4 metros, en un cómodo sofá o silla. Luego, deben relajarse y centrar la mirada en el entrecejo del otro, intentando a la vez observar el resto de su cuerpo. Si se hace complicado, se puede empezar por ver su mano. Cualquier resplandor o halo que se observe forma parte del aura.

Colores que componen el espectro:

Azul El individuo con color azul es una persona con grandes dotes comunicativas y de grandes ideales. Es una persona a la que le gusta la franqueza y sinceridad y prefiere decir las cosas a la cara que andar a escondidas. Su lema bien podría ser el de “siempre con la verdad por delante”, aunque a veces esa verdad pueda herir a alguien. Algo diplomáticos, son muy divertidos y siempre están buscando cosas que hacer. Disfrutan empezando todo tipo de proyectos, pues lo que más les gusta en esta vida es aprovechar y aventurarse en cualquier cosa o situación. Saben escuchar sus intuiciones y les prestan mucha atención a pesar de que todo el mundo le diga lo contrario. Tienen muchas ganas de vivir la vida y transmiten optimismo y alegría a los demás. Poseen una gran fortaleza de espíritu y su mente suele estar muy abierta para debatir, reflexionar y pensar cualquier cosa. No desean que se les encasille de una determinada manera y es por ello que a algunas personas les podrían parecer algo “locos”.

Índigo El individuo con color índigo, que viene a ser un azul-violeta y a veces incluso un poco rosado, es una persona cariñosa y muy comprensiva. Es precisamente su facilidad para comprender las cosas y dar buenos consejos por lo que la gente disfruta con su presencia. Para un índigo, ayudar a los demás es una verdadera satisfacción, y hay que decir que lo hace bastante bien. Incluso a veces lo hacen sin darse cuenta con algún comentario que quien está con ellos necesitaba oír. De hecho son personas muy intuitivas y aunque también muy lógicas, saben encontrar el equilibrio entre la mente y los sentimientos. Irradian una especie de candidez y ternura admirada por mucha gente. Desean disfrutar todo lo posible de la vida. Les gustan las cosas sencillas y sobre todo el contacto con la gente. Pasar un día en el parque con un ser querido puede hacerles enormemente felices. Suelen ser personas muy profundas que buscan ante todo en las personas la sinceridad.

Violeta El individuo con color violeta es una persona especialmente espiritual. Las cosas del mundo no parecen preocuparle demasiado, sin embargo sí está muy pendiente de su crecimiento personal. Esta espiritualidad la pueden desarrollar de maneras muy diferentes. Algunos se convierten en personas muy religiosas, otros emprenden el camino de la meditación y otros simplemente desean conocerse mejor. Para una persona con el violeta como su color primario, el viaje a su mundo interior puede ser apasionante. Sabe que el camino es muy enriquecedor y no quiere perder el tiempo con otras cosas. Le apasionará la lectura profunda y los debates sobre las cosas del espíritu. A veces parece que estás buscando un gurú permanente que le guíe para saber por dónde está el camino. Funcionan como un canal maravilloso hacia el mundo espiritual. Y si están equilibrados pueden llegar a ser unos intermediarios entre el espíritu y la materia muy importantes. Alguno puede convertirse en profesional del esoterismo.

Rosa El individuo con color rosa es una persona especialmente sentimental y sensible. Sin embargo si podríamos pensar que con ello es una persona más débil, sucede todo lo contrario. Su sensibilidad y la fuerza de sus sentimientos le dotan de una impresionante capacidad de lucha. Incluso aunque sus actos sean enormemente delicados y armoniosos, son a veces incluso impetuosos. La gente suele admirarlos por ello. Es una persona muy sacrificada y que persigue con ahínco hacer sus sueños realidad, por utópicos que nos puedan parecer a los demás. Saben tomar decisiones y disfrutan con su libertad y capacidad de maniobra para sacarle el máximo rendimiento a sus vidas. Son muy afectuosos y necesitan estar demostrando continuamente su afecto por los demás. Además necesitan mucho cariño para saber que su vida tiene algún sentido. Si no lo encuentran sin duda alguna lo buscarán hasta encontrarlo. No se les escapa nada.

Rojo El individuo con color rojo es una persona ambiciosa, optimista, con gran valentía y muchas ganas de luchar en la vida. Es el luchador nato que nunca se rinde ante los obstáculos que le pueda poner la vida. Ese afán de lucha le hace crecer, sentirse mejor persona día a día. Le encanta el deporte, especialmente el de aventura. Están llenos de energía e ilusión. Busca destacar ante la sociedad, y por ello los mejores trabajos para él o ella serán aquellos en los que tenga un puesto con cierta responsabilidad. Tienen grandes dotes de mando y son buenos estrategas. En las relaciones con los demás, siempre estará deseoso de participar y aportar ideas nuevas. Se hacen querer en seguida. Al contrario de lo que se podría pensar, son personas cariñosas y amables con los suyos. Pendientes de darles lo que necesitan a sus seres queridos, les aportan toda la protección de la que son capaces.

Naranja El individuo con color naranja es una persona muy sociable y activa. Este aura denota grandes capacidades para solucionar aspectos en los que varias personas estén involucradas. Tienen buenas dotes de diplomáticos y son grandes y leales amigos. Sus sentimientos siempre suelen ser sinceros, el problema es que a veces son tan sensibles que se terminan por cerrar en si mismos. Es una persona capaz de adaptarse a cualquier cosa, sin embargo eso no implica que no tengan un montón de sueños y ambiciones que desee cumplir. Le gusta trabajar en equipo y sabe manejarse muy bien dentro de cualquier grupo. Es cariñoso y amable con todo el mundo, y uno de sus objetivos en la vida es ayudar a los demás de algún modo. Necesita sentirse útil y por ello siempre buscará trabajos en los que su parte sea importante o muy necesaria.

Amarillo El individuo con color amarillo es una persona muy sociable y atenta. El amarillo, como buen color mental, hace referencia a personas de pensamiento brillante y lúcido. Son ágiles pensadores, a veces tanto, que están pensado en mil cosas a la vez y terminan despistándose y olvidándose de lo más simple. Siempre están persiguiendo alguna idea, y por muy loca que sea esperan convertirla en realidad. Disfrutan mucho con los debates, escuchando y opinando sobre cualquier cosa. Son buenos estudiosos y les encanta saber muchas cosas. Saben hacer divertir a la gente y disfrutan estando con otras personas. Necesitan socializarse y sufren si se sienten aislados. Son muy creativos y se les dan muy bien aquellos trabajos en los que tengan que expresarse continuamente. Por ello, los despachos sin contacto con la gente no será lo suyo.

Verde El individuo con color verde es una persona encantadora y con gran determinación. También es muy sensible y su energía le requiere para ayudar a otras personas en la medida de lo posible. Y es que es muy humanitario y con grandes dotes de sanador, por lo que si su aura está en positivo, siempre estará dispuesto a ayudar allí donde pueda. Por sus cualidades podría ser perfectamente un médico, un voluntario o simplemente una persona anónima que cuando puede se entrega a los demás. Y es que si se ve impedido o impotente de echar una mano, sufre mucho, por su sensibilidad. Así pues, antes de que sufran los demás, está dispuesto a sufrir él. Tienen una gran determinación por lo que suelen acabar todo aquello que empiezan, incluso a pesar de que se les diga que para ellos es imposible. No sería la primera vez que le dan una sorpresa a más de uno. Van despacio, pero al final, siempre llegan y con honores.

Plateado El individuo con color plateado es el más idealista de todos. Su mente siempre encuentra algo en lo que estar ocupada y por eso a veces termina soñando con situaciones o cosas absolutamente imaginarias e imposibles. Tiene el don de la creatividad y su poder mental es muy fuerte, pero le falta saber canalizarlo correctamente. Puede llegar a ser una persona muy mística y espiritual, solo que la mayoría de las veces no será capaz de materializar las cosas del espíritu y hacer de sus descubrimientos algo más práctico. Disfrutará con todo lo que le haga pensar e imaginar y podría ser un buen narrador de cuentos o un buen escritor de fantasía. Su mayor problema es que suele perder el rumbo de la realidad, de manera que todos sus sueños e imaginaciones resultan imposibles de alcanzar. Debe comprender que los sueños están para conseguirse así que es preferible que utilice esa energía en algo materializable.

Dorado El individuo con color dorado siempre aspira a las metas más elevadas. Es incapaz de ir por la vida sin un objetivo que muchos considerarían imposible. Pero estas personas saben que disponen de la energía y la fuerza de voluntad necesarias para llegar a alcanzar cualquier cosa que se propongan. En general además acompañan sus deseos y objetivos con alguna causa que consideran justa. De ese modo sus aspiraciones se convierten así en algo más que un simple deseo material de un mortal. Su aura les dota de un gran poder de convicción, así que si se lo proponen son capaces de arrastrar consigo a cualquier persona. De hecho las personas que le conocen suelen despertar cierta admiración por su fortaleza, decisión y su capacidad de convertir sus sueños en realidad.

Blanco El individuo con color blanco tiene un poco de todo de los demás colores. Es algo así como un compendio de fuerza, alegría, optimismo, tranquilidad y mucho amor. Son personas pausadas, que no suelen perseguir ideales demasiado elevados. Les gusta llevar una vida sencilla y sin complicaciones. Un ambiente familiar es muy importante para ellos. En general son personas pasivas, que necesitan estar bastante tiempo a solas con sus propios pensamientos. Ello a veces termina siendo un problema porque pueden llegar a aislarse y sentirse muy solos. Son muy creativos e imaginativos y si dan rienda suelta a su mente y su corazón se convierten en personas inolvidables y maravillosas, de esas que siempre quedan marcadas en nuestra vida.

El color es luz y es el primer testimonio de la Creación. Más allá de los tonos del arco iris existe una cantidad insospechada de colores, tan brillantes y maravillosos que nos cegarían si pudiésemos verlos. Información de autoría: – Jorge Llorente, instructor de Ciencia Cósmica (Bogotá Colombia) – Libro de enseñanzas: Las incertidumbres humanas (anónimo)

Artículo publicado originalmente en: http://cienciacosmica.net/el-aura-humana/

jueves, 17 de diciembre de 2015

LA MONA LISA OCULTA OTRO RETRATO

La famosa pintura Mona Lisa de Leonardo da Vinci oculta un retrato de otra mujer, defendió un científico francés, citado por la BBC.

Pascal Cotte lleva más de diez años usando la tecnología de luz reflectante para examinar la pintura que es capaz de reconstruir lo que pasó entre las capas de la obra.


"Al terminar la reconstrucción de Lisa Gherardini, me encontré delante del retrato y era totalmente diferente de la Mona Lisa de ahora, no es la misma mujer", añadió el científico.

Según Cotte al usar este método "podemos analizar exactamente qué está pasando en las capas de la pintura y podemos pelar como una cebolla todas las capas de la obra; podemos reconstruir toda la cronología de la creación de la pintura".
La imagen de la mujer debajo no tiene la sonrisa enigmática que ha intrigado a los aficionados del arte durante más de 500 años.

La identidad de la mujer en esta obra del famoso pintor ha sido debatida durante mucho tiempo y durante siglos se consideró que era la de Lisa Gherardini, esposa de un comerciante florentino de seda.
Sin embargo, Cotte declaró que sus descubrimientos cambian la teoría.
Indicó que la imagen reconstruida debajo de la obra es la Lisa original y que el retrato llamado Mona Lisa durante más de 500 años es en realidad de otra mujer.

miércoles, 16 de diciembre de 2015

AFR Nº 160: Tonallin. El Yoga Tolteca


Los Toltecas conocían los "sitios de poder" y manipulaban las energías telúricas. Consideraciones sobre las formas de los temazcales. El significado de la palabra "Tonallin". Los 7 centros de energía del cuerpo humano, en el pensamiento tolteca. La energía característica de cada día. Los movimientos, posturas y meditaciones para el día correcto. Todo es energía. Todo es intercambio de energía. 
Aprovechamos para recordaros que Gustavo Fernández estará en Barcelona los días 27, 28 y 29 de mayo para traernos desde América hasta Catalunya este ancestral conocimiento.


martes, 8 de diciembre de 2015

PERO, DESPUÉS DE TODO… ¿SIRVE PARA ALGO EL TAROT? (by Gustavo Fernández)


Alguna vez he escrito que tal vez hubiera sido cálidamente acogedor apoltronarme en el marco (ya que en algún momento de irresponsabilidad social decidí dedicar mi vida a la Parapsicología y disciplinas afines) de una “metapsíquica científica” o, también, en una “ovnilogía académica”, para nombrar sólo dos de mis pasiones. Mediáticamente cuando menos, un parapsicólogo que discurra entre estadísticas y gráficos computadorizados, es, cuando menos, más digerible para la “opinión publicada” –como decía un viejo periodista argentino, que no la “pública”- que aquél que disfruta de sahumerios, velas y, cuando no, las inefables cartas de Tarot.
Y bueno, sí. Me divierte jugar con las matemáticas, amo mi computadora, pero experimento algo visceral cuando estoy rodeado de mis sahumerios, mis velas… y mis cartas de Tarot. Y si bien las sensaciones son importantes para mí, para no parecer un sibarita del intelecto simplemente, dedicado más a disfrutar los qué en lugar de preguntarme los porqué y los cómo , me decidí a escribir este artículo para explicar porqué el Tarot es, a mi modesto saber y entender, algo más que –como supone cierta “inteligentzia” periodística que confunde comentarios incisivos con sarcasmos pedantes- una credulidad ingenua sin fundamento racional. Pues sostengo que lo tiene, y mucho. Y ese es el espíritu de esta nota.
No he de ser redundante con aquello de que un tema nunca es absurdo o serio por sí mismo, sino por el método –o la falta de él- con que es encarado su análisis. Y es un paradigma que, para la conciencia colectiva, ciertos temas son de suyo execrables del pensamiento científico más porque “aparentan” superstición o irracionalidad –o, a veces, por la que muestran sus afamados cultores- que porque necesariamente no la tengan. Incidentalmente, uno puede especular (aún corriendo el riesgo de transformar esto en un bizantino monólogo) que si de “pensamiento mágico” estamos hablando, aparece éste más en el estudiante universitario que aprende y repite como un sonsonete el axioma enseñado por su docto profesor (quizás sin pasar nunca por la verificabilidad del mismo) que el chamán que afanosamente recolecta ciertas hierbas en la luna propicia para probar la receta de aquél brebaje que en el último solsticio de invierno le enseñara su antecesor en la tribu. De forma que, a continuación, esbozaré mis especulaciones respecto a cuáles son los fundamentos operativos del Tarot.
La “adivinación” a través de las cartas no es un proceso incognoscible. Las cartas por sí mismas nunca “dicen” nada, en el sentido de “dictarnos” algún conocimiento. Son, a los efectos prácticos, trozos de cartón pintado. Es el agrupamiento de símbolos que encierran los que disparan algo en nosotros. Pues cada uno de sus personajes, eventos y situaciones descriptos tanto en arcanos mayores o menores, los que nos remiten a sucesivos arquetipos del Inconsciente. Es decir, entelequias psicológicas, engramas genéticos que, en la memoria racial y colectiva, codifican determinadas respuestas asociables a determinados estímulos.
En algún otro lugar me he referido extensamente a Arquetipos e Inconsciente Colectivo de la humanidad. Baste reseñar para el lego que un arquetipo es como el ladrillo psíquico de nuestra personalidad, pero un ladrillo que no pertenece a la superestructura levantada a lo largo de nuestra vida en función de las vivencias, sino que forma parte del fundamento basal del edificio de nuestra vida. A través de los siglos y los milenios, la repetición en el plano individual y colectivo de determinadas experiencias críticas ha marcado a fuego la genética de nuestra especie, y esos “recuerdos ancestrales” , transmitiéndose de generación en generación (especialmente cuando son olvidados o soterrados por la cultura imperante) aflorando como símbolos y signos que de lo colectivo, lo mitológico, se reflejan en el macrocosmos de nuestras experiencias cotidianas.
El Arlequín, Bufón o Loco, aquél que transgrede el “establishment”, destructivo en su irresponsabilidad pero motivador en sus pasiones; el Sabio, que avanza lenta y serenamente detrás de objetivos claros, apoyándose en el cayado de las experiencias e iluminando su camino con la luz de la Razón; la Rueda de la Fortuna, repitiendo los ciclos del ser a través de los tiempos; el sufrimiento expiatorio del Ahorcado; la Luna, expresando la consciencia sólo como un reflejo del inconsciente, todos símbolos emblemáticos, profundos en sabiduría, que encierran, en conjunto, las claves de nuestra naturaleza mortal. Personajes que representan el drama de la existencia humana, codificaciones fácilmente recordables de facetas de nuestro diamante interior, tallado a través de los evos por clivajes extraños en manos de un Ser superior.
De forma tal que las figuras que nos muestran las cartas no son el aleatorio producto de una mente desequilibrada o el afán iluminista de algún mercachifle de la alta Edad Media. Sus figuras, sus colores, cada uno de sus, en ocasiones, insólitos elementos asociados (las letras en el Carro, el número preciso de “lágrimas” que derrama el Sol o el pequeño pájaro negro a un costado de la Estrella, así como el Diablo sacando la lengua o tomando una espada sin empuñadura) tienen una interpretación precisa. Y, evocativamente, su contemplación meditativa (¿qué otra cosa hacemos cuando, con un cierto vacío expectante en nuestro tórax, observamos en silencio las cartas tratando de encontrar una respuesta a nuestras preguntas?) actúa en nuestro inconsciente, porque, precisamente, en nuestro inconsciente encuentra un eco, que es como decir, el retorno a la fuente de sus orígenes: el arquetipo dibujado en la carta no es más que, después de todo, un reflejo degradado del Arquetipo que duerme en las sombras de los lejanos recovecos de nuestra psiquis más profunda.
Y allí, en el Inconsciente, casi a caballito (es un decir meramente descriptivo, aclaro) entre el Inconsciente Personal y el Inconsciente Colectivo, se encuentra la Potencialidad Parapsicológica, es decir, la capacidad innata, latente en todos y cada uno de nosotros, de producir, voluntaria o involuntariamente, fenómenos parapsicológicos. Y esa asociación de ideas, de imágenes, esa correspondencia psicoide entre el dibujo en el mundo material y la pulsión despertada en lo mental detona esa Potencialidad.
Y en esa circunstancia y ese contexto, afloran ciertos fenómenos parapsicológicos.
Como el de la clarividencia, el conocimiento sin el uso de los sentidos físicos, de información en tiempo presente. Y le contamos al consultante “la otra historia” de su realidad, hoy.
O cuando esa clarividencia se ambienta en tiempos pasados (retrocognición o postcognición) o futuros (premonición o precognición) y hablamos de lo que ha sucedido (y nadie ha venido a contárnoslo) o lo que podrá suceder –obsérvese, ya veremos porqué, que he escrito “podrá suceder” y no “sucederá”- en el futuro.
Pero también es posible que, en ese instante de recogimiento, una misma imagen mental esté presente en dos psiquis simultáneamente; las del consultante y la mía, y hablaré, entonces de telepatía.
Para, finalmente, no olvidar que si en Parapsicología llamamos psicoquinesia a las “modificaciones que el psiquismo hace en un sistema físico en evolución” todo el proceso de barajado de las cartas conforma un sistema cerrado en evolución, y nuestra acción, inconsciente, puede canalizar una psicoquinesia que haga que, después de todo, no sea tan “azarosa” la disposición final de esas cartas.
Por supuesto, es posible que algún lector cuestione la validez de los fenómenos parapsicológicos aquí mencionados. Si es así, lo siento; tal ignorancia (no lo digo en un sentido ofensivo, sino en el estricto del diccionario) es problema suyo, no mío.
El segundo aspecto digno de ser considerado tiene que ver con lo que podemos esperar del Tarot. Soy consciente que pocas, muy pocas personas, acuden al mismo con la actitud espiritual e intelectual menester, esto es, haciendo de la entrevista una forma de adoptar, con tiempo, actitudes y caminos constructivos ante la vida, manteniendo en claro su discernimiento del absoluto libre albedrío que le compete con respecto a su futuro. Muchos son los que acuden al Tarot como último, desesperado intento de salvataje en la tormenta en que están naufragando sus vidas. Muchos, también, creen que las cartas reflejan un destino inexorable del que nadie, ni tirios ni troyanos, puede escapar. Y esbozar algunos razonamientos respecto a qué podemos esperar (y qué no) del Tarot es tan importante como aprender a echar correctamente las cartas.
Es tan vieja como la humanidad misma la discusión respecto a si existe el albedrío, si cada ser humano se encuentra frente al futuro como ante una página en blanco, o si toda está inexorablemente escrito en ella: la voluntad de elegir frente al determinismo tiene tantos adeptos como detractores. Y un ejercicio del razonamiento nos enfrenta a algunas paradojas: mientras por un lado yo puedo elegir entre, por ejemplo, seguir tipeando estas líneas o detenerme e ir a prepararme un café (a propósito, es una buena idea; ya regreso)…
… lo cual alentaría la ilusión que soy dueño del destino, no he podido elegir en mi vida, por caso, cuándo nacer, dónde hacerlo, en el seno de qué familia. Esto es parte de mi historia, que no es más que destino corriendo en un sentido negativo. Podemos ir más allá y preguntarnos hasta qué punto lo que llamamos “libre elección” es tal, como en el caso de optar entre el bien y el mal en mi conducta. Si he crecido en un marco de buenos ejemplos familiares o sociales, donde frecuentemente he visto en mí o en otros las favorables consecuencias de la honestidad y el recto accionar, o por el contrario mi infancia y adolescencia han transcurrido en un lumpen donde los malos hábitos, la infidelidad, la mentira eran moneda corriente, con el concepto de obtener pequeñas y cotidianas ventajas de cada desliz hecho con astucia; ¿puede ser entonces realmente tan libre mi elección?. Con razón Smiles escribió: “mucha gente no delinque no por virtud, sino por el temor de ser descubierta”. Yo, mucho antes de saber siquiera que este caballero existía, escribí alguna vez: “mucha gente es buena porque no tiene el coraje de ser mala y arriesgarse a las consecuencias.”
Creo, de todas formas, que el estudio del Esoterismo, como en tantos otros ámbitos, arroja un poco de luz sobre esta cuestión: existe tanto el determinismo como el albedrío. Hay cosas que podemos elegir, y otras en las cuáles sólo matizar sus efectos. Para describirlo gráficamente, mi vida es como una barca navegando por el río. Puedo dejarme arrastrar por la corriente (quizás velozmente a destino, quizás contra unas rocas que asoman) o puedo, a fuerza de remo y transpiración, acercarme a una orilla, a otra, anclar en el medio o remar en contra de la corriente. Pero este es el río de mi vida, y dentro de él, y sólo de él, me desenvuelvo.
Así que, parafraseando a Schrödinger y su gato, sostengo que el Tarot no muestra el futuro, sino hacia dónde llevan al consultante las tendencias dominantes, que es lo mismo que decir qué ha de ocurrir (agradable o desagradable) si él no hace nada por evitarlo. El viejo ejemplo: un señor, la noche antes de volar de Washington a Londres, sueña que su avión cae a poco de despegar y él fallece. A la mañana, asustado, cancela su reserva. El avión despega y cae. Todos mueren, menos él, que se quedó en su hotel. ¿Hubo o no hubo determinismo?. Depende de la lectura. No lo hubo cuando atendemos al hecho que el soñante no murió como su premonición parecía indicarle. Sí la hubo –para los demás-. Y esto transforma al Tarot en un arma formidable para construir nuestras vidas: no, como dicen sus detractores (ninguno de los cuales, creo, se dedicó algún tiempo a estudiarlo) un entretenimiento para espíritus débiles ansiosos de una guía paternalista que les ayude a superar su ansiedad frente a lo desconocido, no. Porque al Tarot, como filosofía esotérica que es, poco le interesa si su marido le mete los cuernos con la rubia platinada del edificio contiguo, o si su jefe le sonríe en estos días porque en secreto paladea el momento de anunciarle que por ahora (y unos cuantos años más) sus servicios son prescindibles; o si su suegra es la bruja maléfica que todos sabemos. Esas necesidades urgentes de todos los días le son indiferentes a una disciplina para la cual lo único significativo es su crecimiento espiritual. Pero así como usted no tendrá mucho ánimo de hablar de cosas espirituales si venció el alquiler y están por lanzarlo a la calle, o sus hijos andan con un calzado que ya no sabe cómo y con qué pegar para que las suelas permanezcan en su lugar, la filosofía subyacente al Tarot es pragmática: sólo a través de superar sus obstáculos cotidianos tendrá usted tiempo –y ganas- de preguntarse por las cosas del espíritu. Y si llegado el momento (y dadas las condiciones) no lo hace, problema suyo, amigo o amiga mía: su karma tomará debida nota de ello. Porque una persona que ignore los fundamentos espirituales de nuestra vida cotidiana, o que asfixiada por las angustias de todos los días no pueda reparar en esos mecanismos, es digna de consideración y de ayuda. Pero una persona que, habiendo tenido la oportunidad, desprecia (¿debería quizás haber escrito de-precia?) tales asuntos, es absolutamente responsable de las consecuencias, y a llorar a la iglesia más cercana.
Por eso es necesario aclararle al consultante que, en el caso de aparecer una mala noticia, esto no es necesariamente lo que, sí o sí, ha de ocurrir, sino lo que ha de ocurrir si no se hace a tiempo lo necesario para evitarlo. Y por ello, también, toda entrevista de Tarot debe profundizar las “alternativas” o “situaciones bisagra” que pongan en manos del consultante la decisión de qué caminos tomar. Pues el Tarot es un semáforo que nos advierte que debemos frenar antes del próximo cruce, porque existe el riesgo de un accidente. Si hacemos caso omiso del semáforo y apretamos el acelerador a fondo justo cuando está llegando un camión al cruce por nuestra derecha y no lo vemos, la responsabilidad de las consecuencias (¿adivinen qué?) es nuestra.
Por la misma razón, creo que toda mala noticia que aparezca expresada en los símbolos de las cartas debe ser dicha al consultante pues, si por prurito no lo hacemos, le quitamos de las manos la única posibilidad que tenía de hacer algo para evitarlo.
Finalmente, no creo que la razón de ser de una entrevista de Tarot sea deslumbrar a nuestro consultante con nuestras capacidades, la exactitud de nuestros aciertos o cómo somos capaces de saber de él lo que él ya sabía (una verdadera pérdida de tiempo y dinero, debo decir). Mucho menos, valernos de ello para inspirar una actitud reverencial en el consultante hacia nosotros, aconsejándole qué debe hacer, cuándo y cómo. Que hayamos desarrollado nuestras percepciones para profundizar intuitivamente en una situación no es sinónimo que hayamos ampliado nuestro sentido común para recomendar qué hacer, especialmente cuando uno descubre que un consejo es lo que uno haría de estar en esa circunstancia, pero ocurre que uno no es el consultante ni está en su circunstancia. Sí, en todo caso, ampliar su cosmovisión de la situación, enriquecer su evaluación con información accesoria, ayudarle a distinguir lo importante de lo urgente (ya que no son sinónimos) e, indirectamente, alimentar en él el sentimiento de que existen maneras correctas de ser y de hacer las cosas, aún cuando todo parece derrumbarse a nuestro alrededor. Si usted descubre cómo el Tarot le ayuda a lograr esto, ¿no cree que es quizás más de lo que pueden prometerle las pitonisas de avisos clasificados?.
Un comentario final, que tiene que ver con el grado de aciertos esperable. El Tarot es un arte, no una ciencia, y menos exacta. Depende de muchos (e imponderables) factores: astrológicos, de salud física y mental, de “feeling” con quien viene a consulta, de lo que cenamos anoche… El porcentaje de aciertos ha de ser alto, pero nunca es total. Desconfíe, entonces, de quienes se autopromocionan como infalibles, y tampoco sea demasiado cruel con su buena tarotista que alguna vez erró un pronóstico, aunque ese yerro le haya costado a usted algunos pesos (o dólares, o lo que fuere) en la consulta: los metereólogos erran más, y los llaman científicos. Y, cada año, en cada país, con fondos privados o públicos, se invierten millones de dólares en “encuestas de opinión” o de “boca de urna”, que entre gráficos y estadísticas pronostican desde un resultado electoral hasta la evolución macroreconómica… con la misma habilidad con que después explican porqué sus resultados no se cumplieron. Y todos contentos.
(Autor: Gustavo Fernández)